Sepan quién describió la realidad política del Perú en el año 1898, pero, pareciera que estuviera describiendo nuestra realidad política actual…
“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos
años? Sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades
mercantiles. ¿Qué nuestros caudillos? Agentes de las grandes sociedades
financieras, paisanos astutos que hicieron de la política una faena lucrativa o
soldados impulsivos que vieron en la Presidencia de la República el último
grado de la carrera militar (…).
(…) Al agruparnos formamos partidos que degeneran en clubs
eleccionarios, o mejor dicho, establecemos clubs eleccionarios que se arrogan
el nombre de partidos. Verdad, las ideas encarnan en los hombres: pero verdad también
que desde hace muchos años, ninguno de nuestros hombres públicos representó ni
siquiera la falsificación de una idea. Veamos hoy mismo. ¿Qué grupos se
denominan partidos? ¿Quiénes se levantan con ínfulas de jefes? (…).
(…) En nuestros cuerpos legislativos, en esa deforme
aglomeración de hombres incoloros, incapaces y hasta inconscientes, hubo casi
siempre la feria de intereses individuales, muy pocas veces la lucha por una
idea ni por un interés nacional. Las Cámaras se compusieron de mayorías
reglamentadas y disciplinadas; así, cuando una minoría independiente y proba
quiso levantar la voz, esa minoría fue segregada por un golpe de autoridad o
tuvo que enmudecer entre la algazara y los insultos de una mayoría imprudente y
mercenaria (…).
(…) en ninguna parte se necesita más de una revolución
profunda y radical. Aquí, donde rigen instituciones malas o maleadas, donde los
culpables forman no solamente alianzas transitorias, sino dinastías seculares,
se debe emprender la faena del hacha en el bosque. No estamos en condiciones de
satisfacernos con el derrumbamiento de un mandatario, con la renovación de las
Cámaras, con la destitución de unos cuantos jueces ni con el cambio total de
funcionarios subalternos y pasivos. Preguntemos a las gentes sencillas y bien
intencionadas, a los agricultores o industriales, a los ciudadanos que no
mantienen vinculaciones con el Gobierno ni medran a expensas del Erario
Público: todos nos responderán que llevan el disgusto en el corazón y las
náuseas en la boca, que se asfixian en atmósfera de hospital, que anhelan por
la ráfaga de aire puro y desinfectado, que piden cosas nuevas y hombres nuevos.
¿Qué puede alucinarnos ya? todas las instituciones han sido discutidas o
descarnadas y ostentan hoy sus deformidades orgánicas. Todos los personajes
sufrieron disección anatómica y examen microscópico: los conocemos a todos (…).”
MANUEL GONZÁLES
PRADA
“Horas de Lucha”
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